lunes, 11 de mayo de 2009

TRABAJO FINAL XIMENA





Lic. Ximena Amparo Quisberth Botello
LA CREATIVIDAD, PARADIGMA NECESARIO PARA UNA NUEVA EDUCACIÓN EN ADMINISTRACION DE EMPRESAS
En el presente ensayo se confronta el viejo paradigma que concibe el proceso de enseñanza-aprendizaje como la mecánica transmisión de saberes y se presenta la atrevida propuesta de un nuevo paradigma indispensable en la educación futura de la carrera de Administración de Empresas: la creatividad. Visto desde este enfoque, el acto educativo transforma al sujeto y no reproduce ni al docente, ni al equipo cultural que éste posee; al tiempo que se enfrenta a lo tradicional acumulativo al afirmar la libertad del hombre como principio creador de la individualidad y de las circunstancias.
La posición anterior plantea una peculiar epistemología en la que el acceso al conocimiento humano es dinámico y permite a las personas a estructurar ideas para convertirlas en conocimiento y de alguna explicar el comportamiento del mundo. La que constituye un antecedente de inicios de este siglo que empezó, la cual permite el desarrollo del conocimiento desde un todo organizado. Consecuentemente, dicho concepto no es una mera afirmación parcial, sino que el individuo da sentido a sus percepciones desde la integridad .
El presente ensayo consiste en explicar el conocimiento como una relación creativa que modifica tanto al ser humano como al objeto en el mismo acto de aprehensión, sin deterioro de los datos sensibles que todo individuo conocedor obtiene del mundo. Con ello supera, por una parte, la tradicional oposición entre sujeto y objeto, al darle otro significado y, por otra parte, el problema de la adecuación entre ellos, para asegurar el concepto de verdad e imprimirle otra dimensión.
Tratar sobre la educación despierta siempre posiciones encontradas: del optimismo y satisfacción que representa el aprendizaje se pasa al sentimiento de derrota cuando lo aprendido no siempre coincide con los requerimientos que la realidad impone al conocimiento obtenido, o más precisamente, a la práctica profesional. Un claro ejemplo es que en la carrera de Administración de Empresas no siempre se encuentran datos que se asemejen a la realidad boliviana que es lo mas interesa como estudiantes de este país.
Aunque la educación implica un problema pedagógico en la medida en que constituye un proceso de transmisión de información, el cual puede ser facilitado por procedimientos diversos, la misma educación y la reflexión sobre ella no puede reducirse sólo a determinar la mejor manera de transmitir eficazmente la información. Ciertamente la pedagogía no es el principal reto cuando se habla de la educación. Los contenidos de la educación tampoco constituyen su principal preocupación porque están definidos por las disciplinas científicas y humanísticas desde una perspectiva de aplicabilidad para la solución de los problemas que enfrenta la sociedad en su momento histórico.
Más allá de su dimensión pedagógica y de la determinación de sus contenidos, el escollo central de la educación en la Administración de Empresas hay que ubicarlo en un terreno más abstracto y seguramente menos preciso que la pedagogía o los temas de aprendizaje. Me refiero a la cosmovisión, que abarca a los contenidos, a la forma de transmitirlos, pero que también tiene que ver con los fines que se persiguen con la educación, incluyendo a los paradigmas teóricos que sustentan la explicación de estas cuestiones, y a los valores que determinan y dan cohesión a toda comunidad. Considerando que la visión que una sociedad tiene de sí misma y la valoración que hace de ella, de sus individuos, y del mundo que la rodea, determina el sentido que tiene cualquier aprendizaje, porque esa óptica del mundo es la que está en el origen en toda percepción sensible que un individuo tenga acerca de las cosas, y de acuerdo a ella se conceptual izarán los nuevos conocimientos.
El desafío se hace más complejo y profundo si tomamos en cuenta que la cosmovisión de la una sociedad universitaria se encuentra lejos de ser estática, es eminentemente dinámica: la visión de las cosas que hoy transmite la educación no es la que se tenía hace 20, 50 o 100 años, y con toda seguridad nuestra actual cosmovisión sufrirá profundos cambios en los próximos años, y será otra la que se transmita a las nuevas generaciones.
Por esto, al hablar de la educación se plantean de inmediato variadas cuestiones como éstas entre otras muchas: ¿que visión del mundo transmitimos a los jóvenes de la carrera Administración de Empresas? ¿La visión del mundo que transmite nuestra sociedad a través de la educación, corresponde a la realidad que vivimos hoy, o más bien a la que vivieron otras generaciones y que recibimos de ellas? ¿Cuáles son los valores que transmitimos en la educación cuando se da clases Administración de Empresas? ¿Cuál la información acerca del mundo que recibimos en la universidad boliviana? ¿Cuál es la explicación de la realidad que subyace a todo modelo de educación?
Una rápida y simple respuesta a estas cuestiones opta por enfatizar en la transmisión de los valores y la información recibida dejando de lado el hecho de que la sociedad no es una simple transmisora de valores y de información absolutos y definitivos, sino que está en cambio continuo; en efecto, toda sociedad cuestiona, reforma, rehace, transforma, construye tanto los valores que la cohesionan, como los conocimientos que tiene acerca del mundo, de los cuales se sirve para actuar sobre la materia y transformar a la naturaleza en satisfacciones.
El problema de las sociedades en cualquier etapa pasada ha sido encontrar la forma de conciliar lo que se concibe como estable y definitivo y lo nuevo que surge desafiando la permanencia, aquello que hasta entonces ha sido considerado como eterno.
En las sociedades modernas el conflicto entre lo pasajero y lo permanente se presenta como su problema central respecto a los valores, al conocimiento científico y al desarrollo tecnológico.
Es la ‘forma de pensar’ lo que está en juego en todo proceso educativo, porque la sociedad pretende formar a los educandos para perpetuar en ellos su forma de pensar, pero es también la ‘forma de pensar’ de la sociedad lo que los educandos cuestionan una vez que han desarrollado su capacidad para pensar por ellos mismos. Por otra parte, es la ‘forma de pensar’ que prevalece en una sociedad lo que algunos de sus sectores pretenden modificar a través de la educación para imponer su propia ‘forma de pensar’.
Sobre este aspecto pretendemos insistir en el presente ensayo; intentamos establecer tanto cuanto nos sea posible, que la educación puede y debe tomar en consideración las nuevas explicaciones filosóficas y científicas no solamente como contenidos a transmitir, sino también como elementos indispensables para construir una nueva ‘forma de pensar’ más acorde con las circunstancias en que se desarrolla todo hombre y mujer actualmente.
Consideramos que la ‘forma de pensar’ es el centro de la educación, su sentido más acabado. ¿Significa esto que la educación estaría orientada a enseñar a pensar?
Por otra parte reclamamos que la educación, más que un mecanismo estático dedicado a la transmisión de informaciones asimismo estáticas, deberá verse como una formación del individuo para pensar en términos de creatividad en un mundo eminentemente dinámico que cambia en forma permanente. La creatividad constituye el valor fundamental en nuestra sociedad marcada por el cambio, y que se sabe que existen gracias a que se patentiza; la creatividad, por consiguiente, puede ser concebida como el fundamento sobre el que se construya la educación del universitario. Por otra parte, el objetivo último de la educación es la formación única de cada individuo, considerado como elemento constituyente de su propio grupo social.
Sin embargo, la creatividad es un hecho que requiere ser explicado y justificado. Por eso se pretende señalar los fundamentos que permiten explicarla. A este respecto señalamos tres aspectos que sustentan una visión de la realidad y de la educación como cambiante, cuya última realidad es la creatividad misma: 1.- La explicación del conocimiento como construcción de formas o ideas a partir de sensaciones, dejando de lado la simple obtención de las mismas.
2.- Una explicación de la materia más acorde con los paradigmas científicos vigentes que permite concebirla como flujo permanente, en contraste con una visión esencial de la misma.
3.- La libertad del universitario como principio creador de todo individuo y de su entorno tanto físico como social.
Una nueva epistemología
Una educación basada en esta explicación del conocimiento enfatizará necesariamente que el estudiante tome conciencia primero de la transformación que supone el aprendizaje, y luego enfatizará la vinculación de los conocimientos adquiridos con los datos que nos proporcionan los sentidos acerca de la realidad. Más aún, el aprendizaje se desprenderá más fácilmente de los problemas que plantea la realidad desde la perspectiva de cualquier disciplina científica, social o humanística.
La nueva epistemología que se señal consiste en explicar el conocimiento como una relación creativa que construye tanto al sujeto como al objeto en el mismo acto de conocer, sin detrimento de los datos sensibles que todo cognoscente obtiene del mundo. Se supera con ello la oposición tradicional entre sujeto y objeto, dándole otro significado, y el problema de la adecuación entre ellos para asegurar el concepto de verdad cobra otra dimensión.
Esta explicación supone una visión más acorde con la actual ciencia física según la cual todo está en interacción permanente. Esta interacción condiciona la existencia misma de las cosas que está lejos de llegar a término; es más bien algo que se determina permanentemente, lo cual permite concebir que cada cosa existe gracias a su relación con las demás, y que todo se vea inmerso en un cambio constante que contrasta con una visión del mundo a partir de esencias ya acabadas y definidas.
Una nueva explicación de la materia
El segundo elemento que permite pensar que el conocimiento mismo es resultado de la creatividad, pero también es el punto de partida de una actividad imaginativa que ha llevado a la construcción de nuevas realidades tanto cognoscitivas como físicas. Por ello la creatividad que aparece inseparable de la explicación física de la materia, conduce a nuevas realidades físicas, y a nuevas discusiones, dominio de la realidad cognoscitiva. A partir de esta nueva forma de concebir la materia puede vislumbrarse una nueva educación en la que cobre valor primero la imaginación, y luego se traduzca en prácticas psicopedagógicas que la cultiven para llevar a la vida práctica las explicaciones científicas de la realidad que nos circunda, y hacer que cada individuo se construya a sí mismo en la libertad infinita que supone la creatividad.
Por otra parte, ‘la creatividad’ en la educación habrá de formar mentes abiertas al cambio, es decir, a la construcción de nuevos paradigmas más acordes con el pleno desarrollo de las potencialidades de todo individuo que forma parte de la sociedad.
Que en este sentido se considera que las nuevas tecnologías aportan otro elemento fundamental en la construcción de una cosmovisión nueva que modificará seguramente cualquier modelo educativo, aunque hay que reconocer que sigue siendo cierto que dichas ciencias han cambiado el mundo en que vivimos, pero aún no han podido cambiar nuestra ‘forma de pensar’. En efecto, aún cuando en las universidades se enseñan los nuevos resultados científicos, éstos no han logrado modificar la visión que tenemos del mundo, en la que prevalece la experiencia sensible inmediata y su interpretación. Los adelantos de los que se ufanan sobre todo las nuevas tecnologías permanecen como un conjunto de conocimientos especializados que se consideran patrimonio sólo de algunos.
Una nueva ética
El tercer aspecto que señalamos para establecer a la creatividad como el paradigma central de la nueva educación se refiere a la moral y a la ética, reflexión necesaria acerca de la acción realizada por cualquier sujeto. En efecto, la acción que despliega el individuo necesariamente es transformadora, es decir, creativa. En el terreno de su propia acción el hombre reproduce lo que en el terreno de la materia explica como realidad última, es decir, la presencia de todo en todo, que se entiende como creatividad.
Se considera que una nueva ética se está construyendo en torno al individuo como único y absoluto valor. El individuo como entidad consciente de su ser mediante su acción constante ocupa espacios cada vez más importantes en la reflexión ética.
Existe un notable esfuerzo por recuperar al individuo como el centro de la reflexión ética con todas las consecuencias que esto trae. Nos referimos al individuo cuyo anhelo de perfección no puede ser concebido en términos de lo que le es externo, sino que se origina en su mismo ser en la medida en que todo lo que aparentemente le es ajeno, en realidad lo constituye, como lo hace su misma acción. Se habla de un individuo en permanente evolución como la realidad de la que forma parte; un individuo que se cuestiona ante lo otro, y cuya esencia es el cambio continuo en la medida en que se construye permanentemente.
Esta visión de la ética considera al individuo como un ser que es constituyente de un todo orgánico y que es equivalente a su misma realidad.
De esta manera la educación recobrará al individuo como valor central y único de su acción considerando que el individuo es el constructor único de su propio ser y de la sociedad en la que se desarrolla.
Una Ética centrada por completo en este individuo, en su libertad creadora, influirá determinantemente en la concepción del mundo, y de manera específica, en la educación que desde esa perspectiva se construya para incorporarse en la dinámica creativa del individuo.
Hasta aquí hemos insistido en el hecho de que la creatividad constituye el paradigma básico de la educación, en la medida en que corresponde a la visión del mundo que ofrece la tecnología actual, la epistemología, y la reflexión acerca de la Ética. Hemos sostenido que el problema de la educación, más que ser de índole pedagógico, es filosófico, en la medida en que la educación que se ofrece emana en forma total de la cosmovisión que prevalece en cualquier sociedad.
La educación poco a poco va cobrando una dirección nueva y va dejando de ser un mecanismo de mera transmisión de los valores cognoscitivos, estéticos y morales, para constituirse en el elemento de construcción de individuos y sociedades a través de la creación de nuevos valores, el primero de ellos, el estudiante. Esto significa que la creatividad se va constituyendo en el valor fundamental de la educación. De esa forma los valores, principalmente la educación, son necesarios en la medida en que inspiran el desarrollo de cada individuo; pero le pueden ser nocivos si son considerados como absolutos, es decir como a los que debiera someterse el individuo dejando de lado la construcción de su propia existencia.
Tomando en cuenta los tres aspectos que hemos mencionado, los cuales desembocan en la creatividad como realidad última de lo que existe, pensamos que la educación revalorará cada vez con mayor claridad al universitario como el único centro y sentido de su tarea. A partir de la creatividad que avanza para convertirse en el paradigma básico de la cosmovisión de las sociedades actuales, se tomará al universitario de Administración de Empresas como un ente en constante construcción, que se crea permanentemente, y no como recipiente de una perfección ajena.
En consecuencia, veremos una educación que fomentará primero la creatividad en el estudiante estimulando la obtención de hábitos que favorezcan el surgimiento de actitudes críticas, analíticas y prepositivas acerca de sí mismo, acerca de su mundo, y acerca del conocimiento del mundo que la sociedad le ofrece.
Estaremos ante una nueva educación que fomentará la responsabilidad del educando para construirse desde el hecho fundamental de su dependencia que para existir tiene respecto de la sociedad. En efecto, el educando construye su misma libertad en la medida en que actúa libremente en el seno de su comunidad, lo cual implica el reconocimiento de que nadie, ningún individuo, puede existir al margen de su sociedad.
La educación fomentará una visión orgánica del individuo, de la sociedad y del mundo, abandonando paulatinamente la visión mecánica que ha prevalecido por siglos en la civilización. Una visión orgánica de la realidad ya lo señalamos tiene a ésta como un universo en el que todo depende de todo, en donde todo está esencialmente vinculado con todo y influye en todo. Esta dependencia, sin embargo, es radicalmente constituyente, y no solamente en términos de la relación causa efecto como lo supone una interpretación de la naturaleza.
Hacia esta realidad de la educación apuntan las recientes explicaciones del conocimiento humano, las que se refieren a la última constitución de la materia y aquellas que recuperan al individuo como el único eje de la ética.
Desde esta cosmovisión la educación en nuestras sociedades se construirá en torno a la creatividad. De acuerdo a esto podemos concluir que la educación como mera transmisión de información y de valores se opone a esta cosmovisión en la medida en que toma como absolutos los valores de verdad y los valores morales. Requerimos pensar en una educación basada en el supuesto de la interdependencia creativa y en la certeza del devenir permanente; una educación que ponga en segundo término a la mera transmisión de valores. Los educadores habremos de preocuparnos para que nuestra labor privilegie una transmisión de valores crítica poniendo todo el énfasis en la formación del universitario, cuyo único origen real lo constituye la creatividad en todo lo que existe.
Bibliografía.-
Laszlo, Ervin. El cosmos creativo. Hacia una ciencia unificada de la materia, la vida y la mente. Kairós, Barcelona, 1997.
Piaget, Jean. Psicología y epistemología. Ariel, Barcelona, 1973.
Savater, Fernando. Etica como propio amor. Grijalbo mondadori, Barcelona, 1988.
Shatuck, Roger. Conocimiento prohibido. Taurus, Madrid, 1998.
Whitehead, Alfred North. Los fines de la educación y otros, El concepto de naturaleza. Paidós, Buenos Aires, 1957.